Después de nueve años en antena, The Office se ha terminado. Es una de esas series que hace tiempo que debería haber acabado (posiblemente cuando Michael Scott (Steve Carrell) se marchó) y que cada vez iba a peor, pero por cariño y/o nostalgia, seguía mirando. La NBC emitió el último capítulo, de 50 minutos, y a una servidora le cayeron unas cuantas lagrimillas.
Sí, Dunder Mifflin ha cerrado para siempre. Aunque un poco tarde, la NBC ha decidido acabar ya con The Office. Las últimas temporadas sufrían un importante desgaste, especialmente desde que la estrella del show, Michael Scott, se marchó. Parecía que la serie se había perdido, que no tenía un rumbo claro. Los guionistas intentaban buscar un nuevo jefe tan carismático como el anterior, fracasando estrepitosamente. Al final, tomaron la acertada decisión de colocar al frente de la oficina a un personaje de la serie que todo el mundo conocía (el personaje de Andy Bernard, interpretado por Ed Helms). Afortunadamente, esta última temporada había remontado: si la séptima y octava temporada las miraba por apego y nostalgia, la novena la disfruté como hacía al principio. Parece que los guionistas querían darle un final digno a la serie.
The Office posiblemente se había estancado, llevando al límite a los personajes y sus relaciones sentimentales. La comedia había pasado a un segundo plano, rellenando los capítulos de tramas románticas y demasiado repetitivas. En esta última temporada, han conseguido darle un giro muy interesante, lo que yo llamaría “meta-ficción”. Como todos sabemos, The Office se construye mediante una estructura de mockumentary. Todos (espectadores y personajes) nos habíamos olvidado de que allí había unos tipos con cámaras grabándolo todo. Y de repente, empieza un capítulo con todos los personajes mirando el tráiler de su documental. Los guionistas aprovechan el concepto del que nadie se acordaba, y consiguen darle una nueva perspectiva a la serie, renovando el modelo que se había hecho repetitivo. Esto da pie a que los personajes empiecen a reflexionar sobre su vida a lo largo de estos nueve años, preparando el camino para un buen final.
El último capítulo me hizo llorar (y mucho). Pero no os asustéis: no es un capítulo sentimental y lleno de trucos baratos para hacer soltar una lagrimilla (a diferencia del capítulo de despedida de Michael Scott). Hay momentos emotivos, claro, pero los guionistas han procurado crear una mezcla equilibrada entre comedia y drama. Y cuando todo empezaba a ponerse demasiado sensiblero, metían un gag, impidiendo que el final de la serie cogiese forma de melodrama. La acción se sitúa un año después de la emisión del documental. Las cámaras vuelven con la excusa de grabar unos extras para el DVD y enseñar como es la vida de todos los personajes. [SPOILER] Consiguen reunirlos a todos en Scranton para contestar unas preguntas sobre el documental y para asistir a la boda de Angela y Dwight. Aparecen Ryan y Kelly, que prácticamente habíamos olvidado y… Michael Scott! Aunque es una aparición muy anecdótica, descubrimos que sigue feliz con Holly y que tiene hijos. Pese a que la serie siempre ha sido cruel con sus personajes, metiéndolos en situaciones patéticas y tristes (Andy convirtiéndose en viral porque lloró en las audiciones de “America’s Next A Cappella Sensation”, Nelly viviendo en Polonia, Toby en Nueva York con seis compañeros de piso…), al final ya no los martirizan más. Enid conoce a sus padres, Nelly consigue un hijo, Kevin es feliz y eficiente trabajando en su propio bar, Andy trabaja en Cornell, etc. Después de nueve años plagados de vergüenza ajena, por primera vez, no sentimos compasión por todos ellos (lo que tampoco significa que desaparezcan los momentos de humor.) [/SPOILER] Nos vamos con la sensación de que le han dado a The Office el mejor final posible.
Para mí, esta última temporada ha conseguido que me olvide de la séptima y octava, tan desastrosas. Durante 25 capítulos, The Office ha vuelto a lo que era antes: una gran comedia. Y todo construido alrededor de una sucursal de Dunder Mifflin. Tal y como dice Jim ante las cámaras:
“I sold paper this company for 12 years. My job was to speak to clients on the pone about quantities and types of copier paper. Even if I didn’t love every minute of it, everything I have, I owe to this job. This stupid, wonderful, boring, amazing job”
Nunca pensé que me tragaría 201 episodios de una serie sobre una oficina que vende papel. Bueno… “that’s what she said”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario