Seis años han pasado desde que Wong Kar-Wai, el director asiático más
occidental -Ang Lee aparte- realizará su último film, aquél en el que por fin
rodaba con interpretes occidentales la síntesis de su trabajo anterior en Hong
Kong, My Blueberry Nights. Ahora, ha vuelto a su tierra natal para rodar su
película más oriental desde Fallen Angels. Ésta es The Grandmaster.
Inaugurando el Festival de Berlín y estrenada en su tierra natal el pasado mes de Enero, el film aún no tiene fecha de estreno en nuestro país. La distribución española sigue haciendo las cosas mal y obligando a recurrir a otras vías al espectador. Que sea la película más oriental de Kar-Wai dificulta aún más que un distribuidor se atreva a apostar por ella. Y es que, en The Grandmaster no encontraremos ni boleros ni música pop, pero no por ello se ha descuidado el apartado musical del largometraje, que aporta el clima perfecto a la poética visual de su autor.
The Grandmaster es la historia de Ip Man, un maestro de las artes
marciales que llegó a entrenar a discípulos como Bruce Lee. El biopic
transcurre durante la primera mitad del siglo XX en una China marcada por la
República Popular y sus conflictos con Japón. Así, el drama se transforma por
momentos en una épica histórica. La narración se asienta en tres pilares: el
contexto histórico que llevará a China hacía la República Popular, las
coreografiadas batallas de Kung fu y el clásico melodrama marca de la casa de
Wong Kar-Wai.
El kung fu cobra su pleno sentido con bellas coreografías. Kar-Wai
ensalza el kung fu al nivel de arte demostrando la belleza de unos gestos que
nos hacen olvidar que presenciamos un acto de violencia. Cada línea de texto
desprende filosofía para poder entender el kung fu como método de vida, como
vía de movimiento para el conocimiento de uno mismo y del mundo, como única
posibilidad de avance. El director realza éstas sensaciones llenando minutos de
metraje con multitud de primeros planos en los que los personajes se encuentran
exiliados en el extremo izquierdo del cuadro mirando hacia fuera de campo y
dejando un espacio diáfano a sus espaldas, como echando la vista atrás hacia el
pasado, hacia un momento de felicidad que se ha esfumado. A medida que el
metraje avanza, esos personajes anclados en el espacio y el tiempo progresan y
recuperan su espacio en el cuadro, hallando un orden legitimado en el amor, el
honor y la característica nostalgia que invade todo el cine de Wong Kar-Wai.
El melodrama es protagonizado por, el recurrente en toda la
filmografía de su autor, Tony Leung y por Zhang Ziyi, la pareja que ya nos
cautivó en el romance 2046. Es difícil encontrar un interprete mejor que Leung
en el arte facial de los que se componen los films de Kar-Wai. Leung y Ziyi
protagonizan los pasajes poéticos a cámara lenta marca de la casa con el
trasfondo de una lucha de dinastías en el que el personaje femenino deberá
restablecer el honor de su familia y el personaje de Leung quedará varado a la
espera de un reencuentro en una última media hora que bien podría formar parte
de In the mood for love.
Los factores climatológicos contribuyen a crear el ambiente poético de
la narrativa de Kar-Wai, sufriendo los mismos una evolución a lo largo del
film. Desde el inicio, las escenas de acción se ven enclaustradas en el
interior de una fuerte lluvia encargada de remarcar los movimientos de los combatientes.
Hacía el final, lo líquido de la narración, al igual que los sentimientos de
los personajes, se va consolidando en algo sólido y las últimas escenas de
violencia se ven teñidas con una fina nieve; sea lluvia o nieve, ambas
convierten el kung fu en otra forma salvaje de naturaleza.
El brillante cierre del film puede remitir a los films fundacionales
del mejor western. Habrá quién la acuse de irregular. Los fans del cine de
acción se verán defraudados por el extraordinario romanticismo. Los fans del
melodrama se aburrirán con las escenas de acción. Los fans de Wong Kar-Wai sólo
podrán maldecir que tarde 6 años en estrenar una película. Es probablemente la
película de artes marciales más bella jamás filmada.
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