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viernes, 25 de enero de 2013

Bestias del sur salvaje, no queremos que nos enchufen a la pared.


“Me instalé en Nueva Orleans poco después de la catástrofe. Nada más llegar, empecé a rodar la devastación que había dejado tras de sí y fui consciente por primera vez en mi vida de hasta qué punto vivimos en una falsa idea de confort porque por mucho que avancemos y nos civilicemos siempre habrá algo más poderoso que nosotros, la naturaleza. En las ciudades hemos perdido ese contacto directo con ella y me impresionó conocer a esa gente que vive en el delta del Misisipi, no muy lejos de Nueva Orleans, en un lugar que ellos llaman el fin del mundo y que nos conduce hacia ese primitivismo en el que la vida humana estaba marcada por los ciclos naturales y no la tecnología”
Benh Zeitlin



No me gustaba tanto una ópera prima desde Un chien andalou.


Se puede hacer cine sin un gran estudio detrás, con un presupuesto limitado, con intérpretes no profesionales, sin grandes nombres apadrinándola y conseguir que ese cine sorprenda y deslumbre allá dónde va. Lo consigue tratando temas trascendentales como la libertad del individuo, el poder de decisión, la infancia, la emancipación, el arraigo, etc.



Bestias del sur salvaje cuenta la relación entre Hushpuppy (Quvenzahé Wallis), una niña de seis años, y su padre, ambos afroamericanos. Padre e hija sobreviven en “la bañera”, una zona del Misisipi totalmente salvaje separada por un gran dique, alejados de la forma de vida predominante en la sociedad occidental, de la forma más elemental posible. Es un film naturalista, un film que humaniza a los animales y da vida a otros mitológicos; esto aporta un toque de fantasía/fábula que se adecua perfectamente con el tono poético de la película.


Y es que estamos ante una cinta tan poética como pueden ser El árbol de la vida o Melancolía. Pero sin tantas pretensiones. Basa su poesía en resaltar la belleza de lo grotesco a extremos inimaginables. Todo en Bestias del sur salvaje es digno de ser mirado, observado, contemplado y admirado. ¿Pueden emocionar unas motas de polvo?



El público y la crítica se ha rendido al talento de Benh Zeitlin (joven con aspecto de indie neoyorquino modernillo), que con su primera película ha cosechado un sinfín de premios a lo largo del pasado 2012: Mejor película y fotografía en Sundance, Cámara de Oro y FIPRESCI en Cannes, etc. Ahora se cruzan en su camino unos Oscar que contra todo pronostico han incluido en sus quinielas a este pequeño gran film en candidaturas como película, guión, director (dejando fuera a Ben Affleck) o mejor actriz protagonista (la candidata más joven de la historia). Es difícil que un film de estas características dé la sorpresa, no cuenta con la campaña de los hermanos Weinstein, pero nunca se sabe, y sería más que merecido. De hecho, es muy injusto que se hayan acordado de ella en las candidaturas de fotografía o banda sonora. Es de destacar del joven Zeitlin su vocación de autor, ya que no tan solo se encarga de dirigir, sino que forma parte de la escritura del guión y de la composición de la banda sonora.


La banda sonora, maravillosa, me ha hecho encontrar similitudes con TREME, la serie de la HBO de DAVID SIMON (su nombre siempre irá en mayúsculas en éste blog). No sólo por el continuo uso de la música; la temática es similar, y el desastre natural que acontece en Bestias bien podría ser el Huracán Katrina, aunque en ningún momento se le dé nombre al desastre que asola “la bañera”.



Como anécdota, me ha conmovido especialmente la historia del “actor” que encarna al padre de Hushpuppy, Dwight Henry. El casting de la película tuvo lugar en New Orleans, y precisamente de allí es este héroe. Dwight Henry no es actor, se gana la vida como panadero, y tras la propuesta para interpretar el papel, puso como condición que no le quitara horas de trabajo, realizando todos los ensayos durante las largas noches en las que elaboraba el pan que luego alimentaría al equipo del film. Admirable.



Bestias del sur salvaje es una película necesaria en un mundo que cada vez vira más hacía el precipicio (sin connotaciones políticas: ni hacia la derecha ni hacia la izquierda). Reivindica el valor de las pequeñas comunidades por encima de la globalización. Hay otros métodos de sobrevivir posibles. Este año será recordado cinematográficamente como el año en que Hushpuppy dio una lección al mundo.


Mi puntuación: 10/10

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